Parque del Este.

No suena tan mal, ¿no? Permítame agregar los ingredientes faltantes para hacer de este viaje un meollo criollo.

1-Caracas en marzo

2- 8 niños y 3 adultos

3- Chavistas/niches/tukkys

4- La paradoja del que ponerse

Caracas siempre es calurosa, pero siendo marzo, es aún más caliente. Upa, no, no en ese sentido…

El Parque del Este es extenso y para ir de un extremo a otro hace falta recorrer una distancia significante, súmenle “correr” tras los muchachitos energéticos y entusiasmados por llegar al fucking “Leander” y al Planetario. Resulta obviamente en una triste y patética situación en la cual su narradora se encontró:

Sudando bajo un sol que no perdona.

Debemos aunarle claro, el punto o ingrediente 4. Aunque primero hay que especificar el leitmotiv del viaje: era el cumpleaños de mi primo y mi madrina en lugar de realizar una fiesta normal nos hizo de manera “voluntaria” a mi madre y a moi, pasar penurias en dicho lugar…
Regresando a la paradoja, ella se presenta en el evidente cambio de escenario, sin interludio, parque-fiesta. O sea, si se va al Parque y luego a una fiesta cuasi semi formal, ¿qué se debe hacer? Entiéndase que de manera implícita en toda la paradoja se consigue con la triste imposibilidad de realizar cualquier cambio en el look ya que cada segundo allí se le dirige al abnegado cuidado de los infantes y el obvio desagrado por los baños públicos.  Jeans+t-shirt+cardigan+Converse + (en el carro) pashmina.

Madrina’s instructions:

G1 tu cuidas a Salvador y a Julie.

G2 tu cuidas a mis dos hijos.

Y yo, cuido a los cuatro restantes.

Bien bello, me dejaron a mí los más importantes. La paranoia me carcomía el alma cada vez que los perdía de vista. Eso me recuerda a mi tía quien gritaba sin cesar en todo lugar “Where’s Lauren?”  Al perderse de su campo visual limitado a no más de 45* por ojo. No tienen idea de lo molesto que era verla gritando, me avergonzaba, pero como ahora yo hacía lo mismo, no hay nada de qué avergonzarse.

Los niches y chavistas están por todo el lugar; esparcidos en forma de buhoneros vendiendo ¡¡¡Oble Oble Oble!!! y Chupi Chupi. Sí 'oble' porque son tan flojos que en su cántico induneozelandezcriollo no pueden decir Oblea. Uno de los niñitos es gordito y comelón *cliché* y se les acercaba a los buhoneros preguntando precios, todo un zurupeto. Otros corrían y les gritaban en el mismo cántico induneozelandezcriollo un bello y hermoso ¡cállate, cállate cállate! (son niños de 6 años). Otros niches eran aquellos que se llevaban una sábana (literalmente) y se echaban bajo la sombra de los arboles… bello papi, bello te ves con la botella de anís al lado y una cava con sangüiches y jugo de naranja en vasitos plásticos.

En conclusión, ir al Parque del Este para luego ir a una fiesta es todo un desafío en cuanto a estilo se refiere. El calor caraqueño es un hijo de p**** más si se ha de cuidar y perseguir  infantes revoltosos. Los niches abundan por toda la ciudad, es un hecho más que obvio pero muy lamentable y yo soy demasiado anacoreta como para realizar juegos y pendejadas con los niños. Pero sé que cuando yo tenga mis hijos, lo haré con gusto.

De paso, mi madrina llevo de “snack” pancitos para untar con Nutella.
Viva la simplicidad.

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