El almuerzo, el juego y el extranjero.
Ya al fin, hora de comer. 11:40 vamos al restaurant (antes ése lugar era super fancy, se veía intocable) ahora, sin embargo, luego de que el gobierno que arrasa con todo, lo tomara y transformara en una porquería socialista, se convirtió en un lugar de niches y malandros. El restaurant que fue alguna vez caro y fancy, ahora es barato y nada exclusivo.
Escogimos una mesa y ordenamos. Veíamos como los niches entraban al lugar, se sentaban, se tomaban una foto y luego salían. Pedimos unas hamburguesas y unos refrescos.
Mientras esperamos, llegó un tipo alto, rubio, musculoso y completamente extranjero. No hablaba español, la inútil y única mesera no hallaba la forma de entender lo que decía; yo quería que me viera y que de alguna manera se enterara que yo hablaba inglés y podría ayudarle, jamás me vio...
Llegaron las hamburguesas y la de Juan estaba cruda, se había comido un cuarto de ella y casi todas las papas. Llamó a la mesera y le pidió que le cocinaran un poco más la carne or something. A los 5min, llegó la mesera con noticias de que le traerían un plato nuevo. Me sorprendió dicha acción, hablamos de un país dónde el cliente no tiene la razón.
La mesa de al lado estaba compuesta por dos parejas, una de ellas con cascos de motos en los brazos y la otra, con copias baratas de marcas caras, 《aunque el mono se vista de seda, mono se queda》. Qué dicho más cierto y acertado. Hablaban estupideces, ignorantes sin lugar a dudas; reían fuerte, denotaban nichismo. Expiraban terror y un no sé qué, de pena ajena.
El extraño extranjero, pidió un bucket con cervezas. El venezolano está acostumbrado al mal servicio, dónde por ejemplo; al tener cervezas en la mesa, él mismo las abre y se sirve. A nosotros, nos extrañó la actitud de él, pedía que la mesera le abriera y sirviera cada vez la cerveza.
Yo había olvidado, lo que es un servicio aceptable, llevaba meses sin comer en un lugar decente desde que comimos mamá y yo en "La Castañuela" en las Mercedes, no estoy por ningún motivo diciendo que éste sea un buen lugar, no llega ni a un TGIF. Pero, él me recordó el estilo de vida al que yo quiero acostumbrarme, uno dónde yo tenga la razón y dónde los demás me sirvan.
Llegó la hamburguesa de Juan, terminamos de comer, pagamos y nos despedimos mentalmente del personaje extranjero, la inútil mesera y los mamarrachos de al lado.
El juego de fútbol lo ganó Costa Rica.
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