Mañana de jueves

El estancamiento es horrible cuando hay deseo de moverse, anhelo de perderse en otro lado, motivos para huir, pero no se puede. No puedes escapar del laberinto hasta que termines las pruebas que son más duras cada vez e inclementes ante agentes externos.

Tengo gripe, sueño, me duele todo el cuerpo y mi psiqui se encuentra lacerada. El autoestima ha muerto una vez más por mi culpa, por mis ganas de llamar la atención, por mis ideas ridículas. ¿Por qué ese hombre habría de fijarse en mí?

Me vuelve loca conocer sus caminos y que, por más que intente, no coincidimos en ellos. Más duro aún es que exista la coincidencia, pero que por descuido momentáneo desperdiciemos el encuentro. Me siento lánguida frente a cosas que no puedo controlar: el frío de noviembre, el dolor de garganta, quien pasa frente a mí y voltea a verme, los momentos y los caminos.

Extraño el descuido pueril, la inocencia y el cuidado maternal. Odio que todo eso haya quedado atrás porque mi vida avanzó a velocidades feroces: se fueron, volvieron, yo me perdí y luego me encontré. Y ahora que quiero recuperar la infancia no puedo porque no tengo los recursos, las personas y las habilidades para dejar que otros me guíen por la vida.

Me escondo dentro de palabras escritas. Huyo de la vocalización porque implica dolor y me ahogo en las lágrimas que no puedo pescar de mis ojos. No es un día feliz, me congelo, me duele hasta el meñique, estoy malhumorada y enamorada de un hombre que no depara en mi existencia.

Cual prisionero de Gómez que debía pagar su condena con trabajo, yo tengo que cumplir con jornadas extensas de trabajo mental. Escribir o construir carreteras. No sé cuál cansa más.

Solo sé que no quiero estar, pero jamás dejar de existir.

Comentarios

  1. Interesante leer de qué adoleces y de qué careces, tus penas y quejas expresadas de forma escrita, visiblemente claras ante la vista, inevitablemente fuertes en el corazón. Siento que con estas letras, en parte, me identifico, supongo que ha de ser porque, como el mundo, los sentimientos son pequeños y encontramos los mismos hormigueos, escalofríos, "mariposas de estomago", tensiones mentales y espirituales, nudos de gargantas e impotencia encarcelada.

    Impotencia encarcelada que quiere salir, mas no sabe cómo o simplemente sí sabe, y sabe que lo mejor es no salir.

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