Pan ha debería pero no hay


Hoy, como siempre, me levanté y lo primero que vino a mi mente fue ¿será que voy a la panadería por un “minilun”? Hace semanas que la escasez del pan arrecia: colas más largas y menos gente que obtiene el producto. No se me había ocurrido la posibilidad de que, ante la falta de harina y los mandamientos del régimen, los demás productos de pastelería también hubieran desaparecido. 

Verán, el gobierno obliga a las panaderías (y cualquier empresa) a vender productos al precio que ellos consideran correcto,estos se conocen también como: productos regulados. Pocos bienes se han salvado de esta peste burlónica y tiránica, ellos han optado por cambiar ligeramente el producto con el fin de venderlo al precio real: leche descremada, pan con ajonjolí, margarina sin sal, harina de maíz con pizca de oro y diamante, detergente con plutonio y cosas por el estilo.

La noche anterior fue de protesta (como lo han sido las ultimas 30 noches) y los escombros postguarímbicos no habían sido recogidos por la alcaldía ni por los GNB, quienes tanto disfrutan deshaciendo barricadas y reprimiendo a la población que ejerce, de manera pacífica, su derecho a protestar. Conté, de mi edificio a la panadería, unas 10 barricadas. Se me erizó la piel cuando elucubré escenas de lucha en esos lugares.

Back to el cuento. Una vez que entré a la panadería fui abrigada por un ambiente de desolación increíble. Un cajero (siempre hay tres). Solo profiteroles, pasta seca y torta de Oreo. No hay pan, por supuesto. Pastelitos de queso y los famosos “minilun”. Solo eso habría producido mi amada bakery, que tanta variedad de panes, dulces y desayunos solía servir. Fue un choque con la realidad, más que las guarimbas, más que los gases lacrimógenos que aún se percibían en el aire mañanero; mi propia dosis de patria. 

Salí desilusionada, con tres mil bolívares menos en el bolsillo, pero con la certeza de que, al menos, conseguí el desayuno que por tanto tiempo había dejado en espera. Creo que en algún lugar de mi mente estaba la posibilidad de que más nunca volvería a comer un pedazo de cielo como ese.

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