El viernes pasado estábamos en el cafetín de la universidad dos amigos y yo. Esperábamos a una amiga sentados y hablando sobre el parcial de economía de la hora siguiente, tipo chill.
Yo estaba sentada frente al pasillo central, veía rostros impersonales pasar, nada de qué preocuparse (bueno, siempre en búsqueda de alguna cara sospechosa). En medio de la conversación pasó, quien en un principio no reconocí, la chama que hizo de mi infancia un infierno.
Tenía que ser ella: la misma cara malvada y el mismo corte de cabello barato. La única diferencia es que está más alta y mucho más gorda. Debo admitir que, cuando la vi, mi corazón cayó 16 pisos hacia abajo y aterrizó en mi primer colegio.
Aterrizó en las escaleras verdes, para ser exacta, donde todo comenzó. Donde fui víctima de la extorsión pueril, ignorante víctima de las inseguridades ajenas. Todo porque le dije que en mi casa no éramos chavistas y ella sí era. El argumento era tan estúpido, aún así tan intimidante, ella aseguraba conocer al presidente.
-Si no haces "x, y, z" le voy a decir a Chávez que te meta presa.
¿De qué otra manera, pero absoluta sumisión, podría haber respondido ante tal acusación? Obviamente "no quería ir presa".
Luego fue creciendo su nivel de maldad: primero ridiculizarme, luego que hiciera cosas por ella, que le diera mi merienda o dinero (sí aquel cliché de colegio gringo), me pegaba, pellizcaba... hasta me cortó el cabello con una tijera una vez.
La vi y recordé el sabor del jugo de naranja que tomaba en los recreos, el olor del patio y las horas de hambre que pasaba gracias a ella.
Si la hubiese tenido al frente la hubiese confrontado (eso me gusta pensar). En otras corrientes de pensamiento, me imagino cayéndole a golpes hasta que mi rabia llegase a niveles subcero. ¿Venganza? No. ¿Una disculpa? Quizá...
Mi querido P, como suele suceder con la vida, encontró azarosamente su perfil de Instagram. Tenía que ver qué había sido de ella, su perfil está público. La vida le ha devuelto los golpes que ella me daba a mí, no hay duda.
Mientras escribo esto me acompañan las lágrimas no derramadas del pasado. Ha regresado un fantasma de mi pasado para susurrarme en el oído "boo".
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