Hace meses que dejé de tomar la solución homeopática contra la ansiedad que D me recomendó.
No me había hecho falta porque ahora soy "runner" y ahí dreno gran parte del estrés. Pero, desde hace unas cuantas semanas, ha regresado el insomnio y la ansiedad. Por ello decidí ir a la farmacia donde la vendían.
No sé si es que el país ya terminó de penetrar por las capas de mi piel y llegó al hueso. Esa parte difícil de romper, esa parte que pareciera estar aislada del ambiente, sola y protegida por capas y capas de grasa, piel y demás estructuras.
Fui porque tenía que encontrar una solución inmediata a mi problema. Llevo unos 4 meses sin hablar con D. Aunque hable con mis amigos y familia sobre lo que me aqueja y perturba, no es lo mismo que cuando hablas con alguien calificado para escucharte sin juzgar, sin llamarte egoísta o sobrado...
Quizá llegó la hora de cambiar una vez más. ¿Cómo? Estas gotas tan solo relajan un poco mi sistema nervioso. Es como si hiciera frío: te pones un suéter pero no puedes hacer que salga el sol.
Llegué a la farmacia, la escalera que lleva a ella estaba llena de motorizados tomando cerveza (hay una licorería en PB), mi piel no era piel, se convirtió en plumas. Soy una gallina. Esperé cerca de la escalera a que alguien más subiera para ir "juntos". Solo Dios sabría cuáles "piropos" morbosos me esperaban de esos zalameros de mal gusto. Tenía miedo, la reputación de los motorizados es tan buena como la de un preso condenado a servir cadena perpetua.
Puede ser que, como estoy de vacaciones, tengo mucho tiempo para hacer monólogos mentales. "Overthinking" le dicen en inglés, yo le llamo "método personal de tortura". Son horribles: soy mi propia crítica de cine, y esta película pareciera ser de bajo presupuesto: malos actores, trama predecible, malas imágenes...
Por fin un señor subió las escaleras y decidí acompañarlo. Sentí las miradas de los motorizados sobre mí. Noté, cuando pasé junto a ellos, que hubo un silencio sepulcral, como cuando vas a un museo y te encuentras con un Matisse: per-ple-jo.
En la farmacia personas esperaban ser atendidas:
-Guachimacole, ¿tendrás?
-No.
- Y... ¿guachimacoletumacole?
-No, tampoco.
De seis personas, que pedían al menos cuatro medicamentos y sus genéricos, acaso una consiguiera lo que buscaba.
Mi turno:
-Buenas, ¿tendrá "Rescue", rescate?
-Sí, sí hay.
-¡Ay, qué bueno! ¿A cuánto?
-1500bs
-Bueno... me da uno, por favor.
-Bueno, chica, lo único es que te debo el gotero porque en ningún lado hay.
Quizá reparar los huesos rotos, la ansiedad, requiera de un poco más que unas gotas homeopáticas.
Ahora debo esperar que alguien baje las escaleras para no ir sola.
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