Número impar: terrible noticia


De pronto, todo se oscureció.

Que en el papel se reflejaba un número impar, y en mi cara uno para llorar. Obtuve un número muy próximo al fracaso que supone la ignorancia, la brutalidad.

Semblante reflector de emociones, espejo del alma. No oculta lo que ha de ser visto por los otros pues, es en aquello de ver, donde se encuentra la ayuda, el entendimiento y la comprensión. Si no vieran el azul reflejado en las dos piscinas con las que percibimos al mundo, ¿quién nos daría el aliento necesario para seguir caminando por la tierra?

Manantiales, delatores de riqueza y debilidad. Aguas profundas que emergen solo cuando la tierra se sobresatura y necesita expulsarlas para recuperar su dureza.

Las personas, testigos de las cascadas espontáneas, dirigen su atención hacia la fuente, buscan elucubrar el origen del río.

Más vale una mirada compasiva del ser ajeno, que mil indiferentes de amigos. ¿¡Qué ha de importar un cuerpo más!? ¿Por qué he de ser motivo de miradas lastimosas?, cuando la única persona con derecho a sentirse idiota soy yo.

El número impar ha sido el lugar de nacimiento del río que ahora desbórdase a través de las piscinas y hacia el vacío.

Bienvenidos, reflejos involuntarios. Bienvenidos, autoflagelos. Bienvenidos, pensamientos latentes, que hacen estragos con mi mente al jugar a recordar y, por supuesto, a inventar.

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