Frente a la cocina me encuentro deshecha, insatisfecha por el desayuno y almuerzo. Es hora de la cena pero no hallo comida para cumplir las demandas de mi alma.
Respiro y sigo observando el frío granito sobre el cual reposan inertes y yuxtapuestos recuerdos de las comidas previas. En su momento ellas fueron suficiente para calmar la ansiedad que supone el futuro. Esperando por la ablución y renacimiento, permanecerán allí hasta que la próxima comida supere las previas.
Busco inspiración en libros y revistas, la televisión no es más que un invento del hombre para distraer del pensamiento latente de la muerte. Por ello, en los libros se consiguen mejores recetas.
La creación proviene de lo instintivo. Tomamos los ingredientes sin pensar en recetas, y los cocinamos y arreglamos de acuerdo a la percepción y conocimientos básicos; ¿el resultado? Algo nuevo.
Veo al céleri languidecer ante el olvido proveniente del prejuicio y obvia selección de lo más brillante, el tomate.
El potencial del mejor (tomate) es mayor que el del céleri; es más elemental y supone poca técnica para obtener un buen resultado. Por su parte el céleri, al ser de fuerte sabor y textura, propone una técnica más avanzada para su preparación.
El potencial del mejor (tomate) es mayor que el del céleri; es más elemental y supone poca técnica para obtener un buen resultado. Por su parte el céleri, al ser de fuerte sabor y textura, propone una técnica más avanzada para su preparación.
No quiero cocinar, estoy en letargo y aunque no me considere lego para la cocina, siento que soy incapaz de satisfacer mis propias demandas. Quizá con más inspiración... no, no. Probablemente busco nuevas ideas o seguir mis instintos para cocinar 'frescas' y 'renovadas' comidas. La pregunta es ¿cómo? O quizás... ¿quién?.
Si me guío por mí juicio, nadie estará a la altura de mi técnica, de mi sazón. Sabiendo y estando al tanto de la existencia de críticos y chefs galardonados... yo solamente soy un aprendiz, no, ni siquiera eso soy.
Si me guío por mí juicio, nadie estará a la altura de mi técnica, de mi sazón. Sabiendo y estando al tanto de la existencia de críticos y chefs galardonados... yo solamente soy un aprendiz, no, ni siquiera eso soy.
Soy la nada pues cocino para mí. No hay evaluación que valga la pena realizar cuando el juez soy yo.
Matisse "The Dessert Harmony in Red" |
Intenté hace tiempo demostrar mis habilidades a los demás. Hubo una buena recepción de mis platos, no llegó a ser ideal pues, al poco tiempo se olvidaron de la cocinera. Solamente les fui interesante cuando construía los platos y pudieron observar cómo los hacía: mi técnica y estilo. Luego, cada comensal a su manera elaboró sus platos inspirados evidentemente en los míos (los originales) y fueron recibidos por sus propios comensales de manera óptima; obviando claramente el tema de "¿Cómo? o mejor dicho, ¿quién hizo el primer plato?, ¿de quién te has inspirado?
Deshecha frente a los platos y con mis manos sobre el granito, dejé pasar por mi mente recuerdos de comidas infantiles, ésas que solo mi abuela puede crear y dirigir como si se tratase de una orquesta interpretando a una grandiosa sinfonía bajo el seudónimo de 'vida'.
Ahora que entro en las dos décadas, pienso en el kiwi, en la fresa y -mi favorita- la frambuesa. Frutas lejanas, aquí no hay de ellas, para muchos lo glorioso es comerse un mango "recién caído de la mata" pero para mí, es glorioso abrir las cajitas plásticas donde vienen las frambuesas atrapadas. Pienso en lo sabia que es la naturaleza al otorgar la belleza y sabor al interior pero la protección necesaria al exterior, así no puede ser picado por cualquier insecto -en el kiwi-. Y que las apariencias engañan, romper con la regla, eso hacen las fresas al tener las semillas por fuera, al ojo público. Un defecto que las hace perfectas pero imperfectas si se comparan con la sandía.
Un plato hondo ha caído sobre el suelo, ha muerto. Ha muerto una posible comida, la esperanza de ver sobre él una majestuosa representación del sistema o del instinto carente de razón, proveniente del subconsciente y es subjetivo pues no existe. No hay nada pues, ¿quién ha de juzgar?. No se habrá de juzgar la creación propia por uno mismo. Basta con observarlo desde el pasado, reposando sobre el frío granito.
Cuando un poco de blink en esta pag???
ResponderEliminar