Se acerca el final, balance de una nula I

Hace tiempo que no me laceraba. Flagelos en forma de tablas comparativas. Una suerte de concurso, carrera o lucha por ver quién está mejor. ¿Pero cómo? ¿Qué categorías, elementos o recursos puedo utilizar para esto? No lo sé, pero sí conozco que las redes sociales son para mostrar tan solo una de nuestras caras. Probablemente la cara de la que estemos más orgullosos, o al menos una que permita acumular likes y comentarios. Al fin y al cabo, son las monedas que prenden la rocola. Palmaditas en la espalda, reconocimiento, alimento instantáneo del ego. Satisfacción ficticia y efímera.

Pues bien, hablaré en criollo solo un momento: de bolas que me he estado cayendo a coñazos mentales. Obvio. Coño, hay que ser bien idiota como para no hacerlo. El tiempo me lo permite, las circunstancias son leña para encender esta fogata que va creciendo con los años. Ay… Es que hay dos fuentes de donde puedo sacar las comparaciones per se (en realidad hay miles, pero estas dos son las que yo valido). Primero, mis compañeros de promoción de bachillerato (mis verdaderos contemporáneos) y, luego, mis colegas universitarios (que también son válidos). La cosa está en el tiempo. Hay entre el colegio y la universidad tres años de diferencia.

Que ¿por qué quiero irme al pasado cuando ya esta semana debía ser mi acto de grado? Porque, claro, no tengo acto de grado por la pandemia y porque he visto a varios amigos casándose y teniendo hijos. Aló, mi reloj biológico está desatado. Y, sí sí sí ando nostálgica porque ya pasó una etapa más de mi vida.

Cuando terminé el bachillerato recién pasaba por el mayor trauma de mi vida. Aquel siniestro cambió todo. Yo no era una estudiante de 20 puntos, pero aquel último lapso (creo que se llamaba así) raspé inglés (sí, yo que siempre eximía esta materia), biología y matemática. Llamaron a mi representante para ver qué pasaba, pero la profe guía ya conocía toda la historia, pues fue a ella a quien recurrí como refugio; o para, al menos, contarle a alguien por qué estaba mal. Evidentemente, el curso preuniversitario lo desaproveché y no quedé en la UCV ni en la USB, solo en la UCAB. Para aquel entonces quería Ingeniería Geofísica y Derecho ¿? en la Católica. Esta época es oscura y triste.

Inmediatamente vi que tenía solo una opción: intentar de nuevo con la UCV y Simón. Ya con un poco de aliento volví a cursar un preuniversitario, lo aproveché al máximo, y quedé en todas las opciones de carrera que quería (incluso en Idiomas UCV). Estaba orgullosa de este logro tan importante, de la reinvidicación. Al final tomé la Simón por temas de logística: ahí estaban muchos compañeros del bachillerato y, en caso de que mi carro se dañara, ellos podrían darme la cola. Se los juro que fue solo por eso, yo prefería la Central. Pero no me arrepiento de esa decisión.

Aunque estaba ya como estudiante y la vida debería haber mejorado, recuerdo que todavía estaba fresco el trauma. El miedo me perseguía cuando salía de madrugada, durante las clases, caminando por los pasillos y cuando regresaba a casa y estaba oscuro. Sabía que no estaba bien, nada bien. Leí que había un departamento donde uno podía ir a pedir cita con un psicólogo. Fui, por supuesto. Estaba absolutamente emocionada y nerviosa. Mis encuentros pasados con psicólogos habían sido rarísimos.

Tuve suerte aquel día, me asignaron a D. Ella todavía es uno de mis afectos más cercanos. Pero cuando ella se dio cuenta de que mi caso no era tan simple, tuvo que referirme a R, mi otro gran afecto de la Simón. A ellos, particularmente, les debo mi cambio de carrera. Siempre fueron muy optimistas con respecto a irme de la USB y, después de dos años allí, finalmente me fui. El tiempo les dio la razón.

En 2015 la UCAB decidió aplicar prueba de admisión. Estaba nerviosa porque Comunicación es una de las carreras más demandadas y yo venía oxidada de ingeniería. Entonces, tomé mis apuntes, busqué los temas que iban para la prueba y me preparé. Estudié más que para las pruebas del 2013. Como dicen “me fajé” para ese examen. Y valió la pena. No solo quedé en la carrera, sino que quedé en los primeros puestos. Aquello me dio una muy necesaria y merecida palmadita en la espalda.

Muchos de mis compañeros del colegio ya iban por la mitad de su carrera. Coñazo. Otros se habían ido del país a estudiar. Yo recién comenzaba la carrera, desventaja. Pero con respecto a mis futuros colegas, yo traía un bolso con miles de herramientas para enfrentarme a la vida. Esos coñazos acumulados me hicieron más sabia, me prepararon para la vida universitaria. Especialmente para mí, un ser misantrópico y tímido que no parecía encajar en esa universidad tan perfecta. “Ya estás clara en lo que quieres, te irá bien”, me decía R. Y sí, me fue bastante bien. Para el segundo año de carrera comencé a trabajar en medios importantes y no he parado desde entonces.

Soy afortunada. Y siempre agradezco el pasado. Total, sin él ¿qué sería de mí hoy? No me imagino en Geofísica, ni tampoco haber estudiado alguna carrera humanística en otro lugar que no fuese la UCAB. Mis amigos, los profesores, ¡por favor! Tanto que me dio la Católica en tan poco tiempo… Ayer pagué el derecho de grado, el último trámite allí. Y creo que me afectó más de lo que me hubiese gustado. Ja, ja, ja por eso estoy aquí.

Pero no es solo eso. Respiro profundo para la parte más odiosa: la comparación.

Mi alma se rompe cuando leo que alguien de mi promoción de bachillerato se casó o tuvo un bebé. No me lo creo. Todavía somos aquel grupo de adolescentes que se odian entre sí y no saben qué es la vida. También me duele ver que otros ya tienen un trabajo perfecto, o se establecieron en otro país y les va bien. ¿Esto es lo que llaman envidia? ¿Celos? No sé porque yo también tengo lo mío, solo que no puedo compararlo con ellos. Es un espejo, no un vidrio. Ellos no saben que yo los veo, acaso saben quién demonios soy yo. Oh, el recuerdo sublimado: soy una nula.

No tengo ningún tipo de agradecimiento a mis compañeros de bachillerato. Bueno, quizás a unos cuantos que siempre estuvieron conmigo. Los puedo contar con una mano. Los demás me dan igual y a ese grupo que se tomaba la molestia de hacerme sentir como una lerda, como una masa amorfa, pues ya les he perdonado. ¿Saben qué? Sí, gracias. Gracias por enseñarme a no ser como ustedes, bastardos. Gracias por crear imágenes de cómo no ser un imbécil. Y gracias porque viéndolos sé que yo no soy la misma que hace tantos años. Ese es mi más preciado logro.

Con la idea de que siempre he sido un cero a la izquierda me lanzo al ahora. Me arden los ojos de llorar y la luz de la pantalla me lastima. Estoy triste porque no estoy donde quiero. Pero, hey, es un sentimiento global. Sí, la pandemia tiene gran parte de este feeling, pero hay mucho interno, muchas cosas que no he podido hablar, que no he podido cerrar ciclos… Que me siento apagada, lenta, bruta, inútil, estúpida, ignorada, nula…

Estoy mejor y peor que muchos. Pero me siento feliz sabiendo que no soy complaciente con los conformistas. Les temo, les huyo. No sé si el futuro será mejor. Sueño con mucho porque es gratis y me estrello contra el asfalto porque sale barato al final: de esas heridas estaré orgullosa. Trato, vaya que lo trato, de ser optimista en tiempos tan horrendos como estos. Para mí todo se trata de la duda: de mi carrera, mis relaciones, mis miedos; pero también la duda maligna, sobre mis capacidades, mis conocimientos, mi potencial. Es un desbalance que, Dios quiera, sea tan solo de finales de abril.

Por lo pronto, este viernes celebraré que mi graduación no tuvo lugar; que terminé la carrera, que sigo estudiando y sigo preparándome para cuando el mundo retome su ritmo habitual. Sigo andando aunque no vea dos pasos más allá. Y claro que sí, claro que algún día tendré ese trabajo perfecto, un esposo e hijos. También tendré esa casa soñada… Bueno, no sé, no tengo certeza de nada de esto. Lo digo porque es gratis.

I hope that, withing my own pity, I find enough strength to keep on moving. Being still is a synonym for death, for being languished in a world where everything is possible. Somewhere there’s someone wishing to be me. And I’m wishing to be you.

Creo que le mandaré esto a Dr.V para hablar el viernes.

 

 

Comentarios

  1. Grace, siempre me resulta muy dulce leerte; ha transcurrido mucho el tiempo sin hacerlo (y a modo de confesión, hace tanto tiempo que no escribo nada a nadie, ni siquiera para mí, tal y como tú lo llamas, como 'catarsis').
    La textura de tus palabras, las pausas, los vocativos -y tus suspiros- me mueven a escribirte, a aparecer dentro de tu espacio psíquico, con el temor de importunar.
    Comprendo tu distancia misántropa (y si me apodero de tus epítetos, espero me puedas disculpar), o me imagino comprender aquello que se deja interpretar de todos tus escritos (los que he leído y los que pronto voy a leer; aprovechando excusarme ante el hecho de tenerte en el olvido [temo ciertamente haberme convertido ante tus ojos en un malvado, en alguien despreciable, por múltiples motivos...]).
    Noto que efectivamente sigues siendo la "nula" Grace; pero la nulidad, como dolorosamente habrás vivido, tiene más de ventaja que de inutilidad. La tristeza-dolor-impotencia siempre exige de nosotros una doble acción: la propia o el mero hecho de actuar, de efectuar, y aquella que intenta suprimir nuestra impotencia. Superar las dificultades nos hace doblemente fuertes, doblemente capaces.
    Me permito decirte, con la franqueza que lamentablemente siempre se vio desdibujada por mi estolidez, entre otras cosas propias de la inexperiencia y la torpeza, en nuestros anteriores intercambios epistolares (que yo atesoro con mucho cariño y pudor), que desde mi lado de la pantalla-existencia no hay justificación para todo aquello que te aqueja de ti. La 《apagada, lenta, bruta, inútil, estúpida, ignorada, nula》 que supones ser, es una de las injusticias más tontas que alguien tan brillante y cándida se puede autocometer; es algo que yo no puedo permitir (en la suposición de que eso es de mi potestad).
    'Saber' mirar allende, intentar comprender concienzudamente la vida, suerte de imperativo, es una señal de que ante todo siempre lo que se ubica en la periferia debe venir percibido y sopesado por lo de aquende. Sí, evidentemente 《es un espejo, no un vidrio》, y considero que muchas de tus angustias (que compartimos) puedes hacerlas a un lado teniendo la idea de la vida en tiempo presente, la vida ahora, la vida sintiente, no la vida sentida ni por sentir. Y puedo decirte, por tu texto-confesión-pensamiento, que la Grace, o sea, tú, la tu tú, es una muchacha muy bella, belleza que alcanza y es tangente a lo que nos hace sentirnos como eternos. Algo de ti predica una idea sobre la eternidad; algo de ti me dice que eres 'fundamental', pétrea, permanente. Y como ya inferirás, eso no es poco jajajaja. En criollo: eres suficiente, tal y como se exhala, emana, sigue, predica, supone de ti misma. Hay tanto que se deja traslucir de lo que escribes y como lo escribes Grace, que ¡coño contigo!

    Suspiro escribiendo lo que lees. Y espero puedas comprender mi tosquedad. Deseo que sepas que suponer ser leído por ti, por Grace Lafontant, es una de las dignidades en las que ocupo el calor de mi corazón y la luz de mi mente.

    Tuyo. -E.

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  2. Postdata: mi correo, por si te apetece hablar magnumvir16@gmail.com

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